Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has desamparado?… En tus manos encomiendo mi espíritu… Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados…”. (Mt. 27:46; Lc. 23:46; 2 Co. 5:19). Es casi imposible recordar un momento de nuestra historia reciente en el que la enfermedad y la muerte no se nos hagan presentes con todo su dramatismo. Tanto sufrimiento de tantos en tan corto espacio de tiempo nos deja perplejos, indefensos y con más preguntas que respuestas. La condición humana se interroga por las causas últimas de esta tragedia: ¿Qué explicación […]
↧